El dilema de Paola Rincón: seguir esperando estabilidad en el fútbol femenino o ganarse la vida en otra cosa
La ex portera del Independiente Santa Fe sufrió una grave lesión y tras recibir el apoyo de ACOLFUTPRO se mantuvo vinculada al club para terminar su recuperación. Hoy se prepara a la espera de un nuevo equipo, pero también se plantea la posibilidad de dejar el fútbol y enfocarse en un proyecto propio, ajeno al deporte. Esta es la historia de una promisoria carrera deportiva que se puede ver truncada por la falta estabilidad laboral que existe en el fútbol femenino de Colombia.
EL FUTBOLISTA No. 20 | jul-sep 2022
Paola Rincón tiene 21 años, nació en San Gil (Santander), pero vive en Santa Marta desde los 9 años. Creció en medio de una familia que ama el fútbol y fue en las canchas de arena de esa tradicional ciudad futbolera donde comenzó a amar este deporte con locura y a forjar su sueño de ser profesional. “Yo jugaba con los niños del barrio y una vecina fue la que motivó a mis papás para que me inscribieran en la escuela de la ‘profe’ Rochi, la única de fútbol femenino”, recuerda Paola.
Comenzó como jugadora de campo, en todas las posiciones, hasta que en el 2014 fue convocada a la Selección Magdalena para un zonal infantil que se disputó en Cartagena. Allí el técnico Hesgar León le pidió que fuera portera, debido a su estatura. “Llegué a la casa y le dije a mi papá que tenía que comprarme unos guantes y un buzo, porque iba a tapar”, cuenta Paola y agrega que “el no estuvo de acuerdo al comienzo”, pero que al final la apoyó.
En el 2015 fue campeona del Pony Fútbol en Medellín, donde fue elegida como la mejor portera del torneo y tuvo la valla menos vencida. Sin embargo, un año después, tuvo un bajón y pensó en no jugar más. “Estaba muy cargada, el estudio, los entrenamientos. Yo les dije a mis papás que solo jugaría si podía irme a Medellín, Bogotá, o Cali”, confiesa.
Las cosas se le iban dando a Paola, quien en el 2017 viajó a Medellín, tras una posibilidad que le dio el técnico Alfredo Taborda en el club aficionado Nuevo Milenio. Al mismo tiempo le llegó la convocatoria a los micro ciclos de la selección Colombia Sub-17 y también fue llamada a la selección Antioquia. Ese fue el paso que necesitaba para dar el salto al profesionalismo.
¿Cómo y cuándo se le da la posibilidad de ser profesional?
En el 2018 el ingeniero Diego Perdomo, que me había visto en Bogotá en un micro ciclo con la selección Colombia, me llevó al Atlético Huila. Me dijo que necesitaba una arquera con mis características. Llegué a Neiva y ahí empezó mi crecimiento como futbolista profesional. Creo que he tenido mucha suerte al contar con personas que me han llevado a los lugares correctos. Le debo lo que soy al profesor Hesgar León, a la profesora ‘Rochi’, de mi primer club en Santa Marta; al profesor Alfredo Taborda y al ingeniero Diego Perdomo.
¿Cómo fue esa primera experiencia como profesional?
Ellos me ofrecieron un contrato de dos años. En ese momento ningún club hacía contratos largos, creo que solo el Huila y el América. En mi primer año estuve en la nómina del Huila campeón de la liga, aunque era tercera arquera y no pude jugar. En el 2019 ya era segunda arquera, pude debutar como profesional y además fui a la Copa Libertadores. Aunque no jugué mucho, pude debutar.
¿Cómo se le dio la posibilidad de jugar en el Independiente Santa Fe?
Yo venía trabajando con Diego Perdomo en el Huila y en el 2020 él fue contratado por Santa Fe. Como venía en ese proceso con Diego -y creo que hice las cosas bien- me gané esa oportunidad. Yo decía: ¡Ahora sí voy a jugar! Pero ese año vino la pandemia, Santa Fe nos respondió siempre y al final del año fuimos campeonas. No era titular, pero jugué algunos partidos y gané mi segundo título de liga.
Después vino un año complicado para usted…
Sí, en el 2021 llegaba casi con el puesto asegurado. Fui a la Copa Libertadores en marzo, pero ese año me pasó de todo. Cuando empezaron los entrenamientos para la liga fue cuando me lesioné. Desafortunadamente eso hizo todo diera un giro de 180 grados.
¿Cómo fue la lesión?
Fue en abril, estábamos entrenando en la sede de Tenjo y al final de la práctica jugábamos una ‘rechochita’. Ahí yo decidí no tapar y en una jugada me barrí para quitar un balón y ahí pasó. Fue una lesión parecida a la de Santiago Arias con la selección Colombia. En cuestión de segundos, al ver cómo me quedó el pie, supe que era grave. Fue una luxo fractura de tobillo y peroné. Se me rompieron todos los ligamentos del tobillo, aunque la tibia quedó intacta, ¡menos mal! Pudo haber sido peor.
¿Qué le dijeron los médicos?
El cirujano me dijo que era una ‘bobadita’. Que de cuatro a seis meses estaba en las canchas. Pero no fue tanto así, pues duré casi tres meses sin poder caminar.
¿Cuál fue la actitud del club en esta situación?
Sí tuve un acompañamiento de Santa Fe, pero siento que las personas encargadas de esa parte, pudieron haberlo hecho mejor. Yo tenía contrato con el club de enero a octubre, debido a que jugamos la Libertadores; sufrí el accidente laboral y la ARL tenía que cumplir con todo, porque me lesioné en mi trabajo. No me gusta hablar mal del equipo, ni mucho menos, pero siento que las personas que tenían que estar pendientes de mi recuperación, estaban muy ocupadas porque tenían que atender a todo el plantel, así que al final ese acompañamiento no fue el mejor.
¿Qué pasó con su contrato y su recuperación?
En Santa Fe me mantuvieron el contrato hasta octubre y cuando se acercaba la fecha de terminación el ortopedista comenzó a decirme que yo estaba bien. Pero él no es un deportólogo y la verdad es que no me sentía apta para jugar. Ahí comenzó el lío: Santa Fe no sabía qué hacer con mi contrato y ahí me tocó casi que rogarles que me viera el médico de los hombres. Sentía que ya me querían sacar, aunque yo no estaba del todo bien. Ahí es cuando decido buscar el apoyo de ACOLFUTPRO.
‘Gabi’ Huertas me aconsejó que hablara con el señor (Carlos González) Puche quien me asesoró junto al abogado Eduardo Ramírez. Si no es por la carta que enviaron desde ACOLFUTPRO a Santa Fe, ellos me acababan el contrato. Porque en octubre ya me habían pasado la carta de terminación de contrato. Yo no firmé nada y al final me hicieron una prórroga de contrato hasta junio de este año.
En mayo pedí que me hicieran las pruebas, salieron muy bien: recuperé la movilidad y la fuerza. Hasta ahí llegó el tema con Santa Fe, luego de más de un año de recuperación.
¿Qué opina del trabajo que hace ACOLFUTPRO?
Esta asociación es muy importante para nosotros. Hay muchas cosas que los futbolistas no sabemos en el tema de los contratos. No sabemos qué derechos nos están violando y ACOLFUTPRO vela para que eso no pase. Hace una labor muy buena, no solo en los temas jurídicos sino que nos apoya para estudiar, nos da un auxilio, tenemos descuentos en la universidad. Estudio sexto semestre de negocios internacionales en la Agustiniana, de Bogotá y llevo tres semestres aplicando al fondo de educación de ACOLFUTPRO para costear mis estudios, con lo que cubro casi todo el valor de la matrícula. La labor que hacen por los futbolistas es muy buena, se preocupan por nuestro bienestar.
¿Ya está lista para seguir?
Me he venido preparando todos estos meses, pero por ahora no hay liga, no hay nada concreto. Yo estoy lista, esperando un equipo que requiera mis servicios.
La razón de su dilema
La lesión y el duro proceso de recuperación le sirvieron a Paola para generar un cambio en la perspectiva desde la que observa su vida. Confiesa que se enfocó mucho más en su formación académica y en crear un proyecto de emprendimiento que espera iniciar muy pronto. El fútbol no lo descarta del todo, pero, en vista de que aún no hay garantías para ejercer su profesión, dejó de ser su prioridad.
¿Cómo ve su futuro como futbolista profesional?
Debido a la incertidumbre de si hay o no liga femenina, tuve que tomar una decisión grande: estoy trabajando en un proyecto muy grande y si se diera, dejaría de lado el deporte, al menos por un tiempo. Necesitaba definir qué sería de mi vida profesional. Voy a cumplir 22 años, estoy terminando mi carrera, pero necesito algo más. Por eso tomo la decisión.
¿Entonces es por la inestabilidad laboral que hay en el fútbol femenino?
Sí, por eso les dije a mis papás: yo no lo dudaría si tuviéramos una liga digna, en la que tenga contrato todo el año, un salario digno con que me pueda sostener, empezar a ahorrar y cumplir mis metas, a la vez que hago lo que me gusta. Lastimosamente en Colombia llevamos varios años y veo que no arranca. El otro año no sé si funcione, no estoy segura de eso.
Por eso tuve que buscar nuevas alternativas para mi vida. Me lesioné a una edad muy temprana y uno sabe que el fútbol se puede acabar pronto. Si me quedo en Colombia, donde la liga dura tres o cuatro meses, qué haré por mi vida en los otros ocho meses. Tengo que buscar trabajo, tengo que solventarme. Si ganara mucho dinero en tres o cuatro meses podría sostenerme todo el año, pero no es así.
Pero ya se anuncia una liga femenina con nuevo patrocinio…
Confío en que el próximo año haya un buen acompañamiento para el fútbol femenino, contratos largos porque hoy en día la mayoría de las jugadoras están trabajando en otras cosas, porque muchas de ellas no tienen la suerte de contar con el apoyo de los papás, como yo. Hemos demostrado que hay talento, con buenos resultados a nivel internacional, pero no hay apoyo, solo incertidumbre. Por eso busco otras alternativas.
¿Qué es lo mejor que te ha dado el fútbol?
El fútbol en lo personal me ha ayudado para independizarme de mis papás, a vivir mi vida, poder viajar. También me ha permitido participar en torneos que nunca pensé, como la Libertadores y pude estar en una Selección Colombia. He podido conocer a muchos futbolistas que han sido referentes para mí. También es muy bonito conocer distintos países, muchas personas y llegar al trabajo y ser feliz por lo que haces. El fútbol me ayudado a crecer, me ha abierto muchas puertas porque la gente te reconoce. Es muy bonito ser futbolista profesional.
Aparte de la lesión ¿cuál ha sido el reto más duro que ha tenido que enfrentar?
Muchos. Estar en un equipo profesional te exige demasiado. No todo es alegría. Por ejemplo, ha sido duro combinar el deporte con el tema académico y en ocasiones eso me ha llevado a manejar un nivel alto de estrés. El hecho de tener que hacer muchas cosas al tiempo: los viajes, la parte social, la familia. El fútbol es muy bonito, pero a veces te hace distanciar de la familia, por ejemplo a mis papás los veía dos veces al año. Los sacrificios que tienes que hacer por el fútbol son muy grandes, más en una edad como la mía.