Carlos Ramírez: «Prefiero que me saquen por malo y no por ser tramposo»

Con 38 años y plena vigencia en el fútbol profesional, el defensor del Real Cartagena habla sin filtros sobre su legado, la transición hacia la vida después de las canchas y el peligro del amaño de partidos. Firme en sus valores, destaca la importancia de prepararse antes del retiro, cuidar la integridad del juego y dejar huella como persona más que como futbolista.

El 1° de mayo de 1988, justo en el Día Internacional de los Trabajadores, nació en Pereira Carlos Andrés Ramírez Aguirre, quien hizo honor a su calendario natal con la disciplina y el sacrificio del obrero, y quien desde pequeño forjó en cada entrenamiento y en cada partido jugado la constancia y el compromiso que hoy lo definen como un referente del fútbol colombiano.

Creció en Laureles Uno, un barrio popular de Pereira donde las calles imponen su ley y los sueños se forjan a fuerza de sacrificio. Tenía ocho años cuando un vecino convenció a su papá de inscribirlo en la escuela de fútbol de Jairo Castro Pineda. “En el barrio tenía un amiguito que era el hijo del señor de la tienda y él entró a la escuela de fútbol. Entonces el señor, que era muy amigo de mi papá, le dijo que me metiera a mí también, que él tenía la posibilidad de llevarnos a los entrenamientos y todo”, recuerda Carlos con gratitud. Su padre aceptó gustoso, pues sabía que el fútbol podía alejarlo de las malas compañías y construirle un futuro.

Al principio se ilusionó con la idea de ser arquero y con guantes y guayos nuevos empezó a trabajar bajo los tres palos. Sin embargo, eso solo duró unos tres meses, hasta que en un amistoso contra la escuela de John Edison Castaño encajó seis goles en un solo tiempo. “Ese día me quité los guantes y el profe me puso a jugar de volante y jugué lo más de bien (SIC)”, cuenta aún con una sonrisa.

Ese fue un punto de inflexión en los inicios de Carlos, pues recuerda muy bien el momento en el que Castaño, quien fuera un brillante futbolista pereirano en la década de los 80, se le acercó para hacerle una propuesta: “Cuando se acabó el partido se me acercó y me dijo que si quería ser jugador de su escuela. Le dije que sí, que para mí era un honor”, cuenta Ramírez, quien junto al legendario ex futbolista comenzó a pulirse en todos los aspectos e incluso a encontrar su posición dentro del campo.

“Empecé a competir y a competir y un día él me dijo que yo tenía el porte era de defensa central y entonces me puso defensa. Y empezamos a ganar campeonatos de la liga y luego creo que con el pasar del tiempo podría ser por ahí unos tres o cuatro años.

EL FUTBOLISTA

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De la Academia Risaraldense al llamado del Cali que no se concretó

Unos cuatro años después de sus primeras experiencias, apareció Jorge Eduardo Atehortúa, técnico de la Academia Risaraldense. “Me dice que si quiero pertenecer a la escuela de él”. Para entonces, el panorama había cambiado: “Ya estaba muy disperso porque muchos jugadores se habían ido de la ciudad, otros del país… ya no era el mismo equipo”. Decidió moverse donde creyó que tendría más posibilidades.
En la Academia Risaraldense empezó a ganar títulos de liga y pronto recibió el llamado a la Selección Risaralda. Compitió a nivel nacional, se hizo capitán y empezó a ser reconocido.

En pleno zonal en Rionegro, el profesor Carlos Arango —entrenador de la Selección Valle y vinculado al Deportivo Cali— se le acercó: “Que si yo quisiera jugar en el Deportivo Cali”. La respuesta fue inmediata: “Claro, para mí fue una súper noticia”. Acordaron que, al terminar el zonal, viajaría a Cali para un periodo de prueba.
Con 14 años llegó a la sede del club y, tras una semana, ya querían que se quedara. Sin embargo, el dueño de la escuela de formación tenía un plan distinto: llevar a un grupo de ocho o diez jugadores al Deportivo Pereira, que se reorganizaba bajo nueva dirigencia. “Me hizo devolver… me dijo que no me iba a quedar allá”. El golpe fue duro, pero pronto llegó otra oportunidad.

La llegada al Deportivo Pereira y el primer contrato

De vuelta en Pereira, le dijeron que faltaban dos meses para acabar el año y que tendría la posibilidad de pasar a la Primera C del Deportivo Pereira. “Me dio felicidad porque, bueno, vale la pena, voy a estar en mi casa”.
En enero de 2005, junto a varios compañeros, hizo las pruebas y quedó de inmediato. Pasó dos años en la C, fue capitán y recibió un auxilio de vivienda de 100.000 pesos: “Para mí era una bendición porque mi familia era de escasos recursos”.
En 2006 comenzó a entrenar más seguido con el equipo profesional y el profesor Walter Aristizábal lo ayudó a conseguir su primer contrato: “Me llegó un contrato de tres años por el mínimo… fue espectacular”. A partir de ahí, entrenó exclusivamente con la plantilla de primera.

El debut en 2007

En abril de 2007, con Hugo Castaño como técnico y Leónel Álvarez como asistente, le dieron la titularidad para enfrentar a Junior: “Ese día me pusieron de titular y gracias a Dios me fue muy bien”.
Dos días antes se concentraron en El Sauce. “Me despertaba a cada media hora y yo decía: ay Dios mío, cuándo amanecerá”. En el calentamiento, el primer balón que tocó —un cabezazo ganado— le quitó los nervios. Pelusa Orrego lo animó: “Bebé, confianza total, tranquilo, juega como siempre lo has hecho”. Incluso le cedió un tiro libre: “Venga, que patee el bebé”. El disparo obligó al portero Edigson ‘Prono’ Velásquez a desviarlo al córner y la tribuna respondió con aplausos.

Ese día Carlos tuvo que trabajar duro para contener al argentino Ómar Pérez, al uruguayo Gabriel Álvez y otras figuras del cuadro tiburón como Javier Flórez y Leonardo Mina. Aunque el Pereira perdió 0-1, para Carlos fue “maravilloso… para uno el debut es un día inolvidable”.

Tras su debut y consolidación en el Deportivo Pereira, Carlos Ramírez inició un recorrido por varios clubes del fútbol profesional colombiano que fortaleció su experiencia y liderazgo. Además del equipo “matecaña”, vistió las camisetas de Millonarios —en dos etapas—, Once Caldas, Envigado F.C., América de Cali, Alianza Petrolera, Atlético Huila y Águilas Doradas.

Carlos jugó en Millonarios en el 2009 y en el 2015.

En 2021 regresó por tercera vez al Pereira, el club de sus amores. Esta última etapa fue la más gloriosa: jugó la final de la Copa Colombia 2021 y, el 7 de diciembre de 2022, obtuvo la primera estrella en la historia del equipo, tras vencer por penaltis al Independiente Medellín en una final inolvidable. A pesar de haber fallado el primer cobro en la tanda, su liderazgo y trayectoria lo consolidaron como ídolo, al lado de referentes como Jhonny Vásquez, Harlen Castillo, Andrés Felipe Correa, Yílmar Velásquez y Leonardo Castro.

Regresó al Pereira y consiguió el título en 2022… me imagino que esto representa mucho para usted…

Creo que es el momento más sublime y más importante de mi carrera, por lo que significó para la institución y para mí. No solo por ser el Pereira, sino por ese sentido de pertenencia que siempre he tenido, por ser hincha del equipo. La primera estrella nunca la van a olvidar; siempre quedará en el recuerdo de toda la gente, y por eso para mí se convierte en el momento más especial.

Carlos Ramírez celebra un gol anotado para el Pereira en el 2022, en el estadio Hernán Ramírez Villegas.
¿Tiene liderazgo en el vestuario a lo largo de los años? ¿Qué transmite a sus compañeros como capitán y referente?

Creo que siempre he sido un líder innato. Desde niño me seguían y copiaban lo que proponía; asumía el rol de decir “hagamos esto o aquello”. En las escuelas de formación siempre fui capitán, igual que en la Selección Risaralda y en la Primera C. Con la experiencia profesional, me he capacitado leyendo y viendo entrevistas de grandes referentes, entendiendo qué mensaje dejar y cómo actuar, sobre todo con los grupos. Ser líder es guiar al equipo en momentos difíciles. En los buenos, casi no hace falta hablar; en los complicados sí: poner orden en la cancha, transmitir tranquilidad y ser “polo a tierra”. En cada club he procurado dejar huella; incluso sin ser capitán, he sido referente y he dejado enseñanzas útiles para la vida y la carrera de mis compañeros.

Sobre los videos de referentes, ¿qué le ha quedado para transmitir en el camerino?

Uno toma aprendizajes de muchos y construye su identidad. El líder debe transmitir positivismo, carácter y personalidad, y enseñar con el ejemplo: llegar temprano, entrenar bien y mantener la actitud, incluso ante rivales superiores. Siempre digo: “Muera haciendo lo suyo”. En los momentos difíciles, ser auténtico, no perder la identidad y sostener carácter y personalidad es clave.

¿Cuál ha sido el momento más difícil de su carrera y qué aprendió?

En el fútbol hay más momentos tristes que felices, aunque desde fuera solo se vea el espectáculo. Hace un año sufrí un desgarro total del tendón posterior; no podía caminar y tardé un mes en hacerlo bien. Fue mi lesión más larga: tres meses fuera, más el cierre del semestre, sumando cinco meses sin competir. Temía no recuperarme igual por la edad. Lo rescatable fue el tiempo con mi familia: mis padres viajaron, estuve con mis hijas y mi esposa. En la rutina de entrenos, partidos y viajes, hay cosas que uno no vive; ese espacio familiar fue lo más bonito de ese periodo.

Ramírez, en acción durante su segunda etapa con el Envigado, en el primer semestre del 2025.

Carlos y su compromiso gremial

¿Qué significa para usted pertenecer a un gremio como ACOLFUTPRO? ¿Por qué cree que es importante que existan este tipo de organizaciones y que los futbolistas se unan y participen?

Para mí ha sido algo que nos cambió la vida a los futbolistas. Desde que la agremiación existe y tomó la fuerza que tiene ahora, nuestras condiciones laborales han mejorado muchísimo. Hoy tenemos garantías reales de trabajo. Yo viví una época en la que podían pasar cinco o seis quincenas sin recibir un pago; los clubes manejaban la situación como querían, sin que nadie los regulara. Llegué a ver colegas que pasaban cuatro, cinco y hasta seis meses sin salario.
Nuestra profesión es un empleo como cualquier otro, aunque la gente lo vea distinto por los ingresos. El fútbol tiene una vida laboral muy corta: después de los cuarenta años, la carrera se termina. Si no administraste bien tus recursos, enfrentas un futuro incierto. La agremiación nos ha dado esa seguridad para ejercer mejor nuestra profesión y por eso creo que es vital que todos nos unamos: así construimos un legado para que las generaciones venideras disfruten de mejores condiciones.

¿Cuáles son para usted los principales desafíos que están enfrentando los futbolistas en Colombia como trabajadores?

El principal reto es la desorganización en la planificación de los torneos. Te dan una fecha de inicio y otra de finalización que casi nunca se cumplen, lo que impide planificar tu vida después de la temporada. En la mayoría de ligas del mundo, las fechas son claras; aquí, no.
También está la programación de partidos con descansos insuficientes. En nuestra liga puedes jugar en Bogotá un día y tres días después en Barranquilla o Tunja. Los viajes, los cambios de clima y la poca recuperación afectan directamente el rendimiento y la salud.

¿Ha vivido alguna situación específica en la que se vulneraran sus derechos y ACOLFUTPRO le diera apoyo?

Afortunadamente, en Colombia siempre fui bien tratado, pero en Perú tuve una situación complicada: querían sacarme sin justa causa. Me comuniqué con ACOLFUTPRO, que a su vez contactó a la agremiación peruana, y enviamos un documento al club notificando que no podían hacerlo. Gracias a ese respaldo salvé mi contrato y descubrí derechos que no conocía. Muchos futbolistas creen que solo deben entrenar y jugar, pero también tenemos deberes y derechos que nos protegen.

Sobre el calendario: ¿cree que se cuida realmente la salud del futbolista o se abusa de su cuerpo, siendo el protagonista del juego?

Creo que no se cuida lo suficiente. El calendario deja poco margen para recuperarse al 100%. Además, todavía hay clubes sin un sistema médico eficiente. Una de las luchas de la agremiación es conseguir medicina prepagada para los jugadores. Esto agilizaría procedimientos, evitaría esperas eternas y mejoraría la recuperación. He visto compañeros esperar hasta tres meses por una cirugía que, una vez hecha, necesitaba solo cuatro semanas de rehabilitación. La medicina prepagada optimizaría enormemente la atención y el bienestar del jugador.

¿Cómo ha sido la experiencia en el Real Cartagena?

Ha sido una gran experiencia porque el Real Cartagena tiene toda la infraestructura de un equipo de primera categoría, de primer nivel. Es más, creo que mejor que muchos clubes de la A. Tiene su propia sede, buenos equipos de recuperación, máquinas de gimnasio, y una vía rápida para hacer estudios. Cuando uno tiene una lesión o una molestia, puede acceder fácilmente a una ecografía o una resonancia. La verdad, estoy muy feliz de haber llegado a este club porque he tenido más comodidades para ejercer mi profesión.

‘Caliche’ es uno de los referentes del Cartagena, junto a Freddy Montero.
¿Cómo le gustaría que lo recordaran sus compañeros y el mundo del fútbol colombiano cuando decida cerrar su ciclo como futbolista profesional?

Como una buena persona, como una persona ejemplar, que dejó huella en cada lugar donde estuvo, bien sea por algún consejo o una palabra, porque siempre me he caracterizado por llevarme bien con los compañeros. Esta es mi premisa y siempre lo digo: más que me recuerden como un gran futbolista, quiero que me recuerden como una gran persona. Porque yo creo que los futbolistas pasan y siempre vendrán mejores o con mayor talento, que harán mejores cosas, conseguirán más títulos, pero las personas, pienso que no.

¿Cómo se está preparando para la transición después del fútbol y cómo cree que los futbolistas deberían prepararse para ese momento?

La preparación debe empezar antes del retiro, porque de un día para otro se deja de ser figura pública y se pierden ingresos. Muchos esperan hasta retirarse para pensar qué hacer, y ahí es cuando se complica. Mi invitación es a formarse durante la carrera, sea estudiando para ser técnico, administrador o lo que cada uno desee, porque después del fútbol la vida continúa y, a los cuarenta años, apenas empieza una nueva etapa. Como decía, acostarte como futbolista profesional y levantarte como una persona del común es un cambio que a muchos les provoca depresión. En lo personal, me preparo para una vida tranquila fuera de las canchas. Me gustan los números y la administración, y junto a mi esposa —administradora de empresas y gerente de su propia compañía— tenemos un proyecto planificado. En recesos he trabajado con ella, me he empapado del tema y descubrí que es algo que disfruto y en lo que quiero verme cuando deje el fútbol profesional.

¿De qué es la empresa familiar?

Es una empresa de motocicletas, se llama Classe Motos. Tiene varias sedes: la principal es en Viterbo, también en Quimbaya, Santa Rosa y Mariquita. Y bueno, la idea es obviamente expandirnos más y seguir adelante.

¿Cuánto tiempo más espera jugar a nivel profesional?

Bueno, yo no me pongo tiempo. Siempre he dicho que quiero dejar el fútbol, no que el fútbol me deje. Porque a veces se nota mucho que uno, por querer seguir cobrando, por querer seguir vigente, está por estar, cuando ya uno se da cuenta de que el cuerpo te está pasando factura, ya no rinde igual, ya los rivales te están pasando muy por encima. Entonces, creo que hay momentos donde uno tiene que decir: ya, creo que es suficiente. Aparte, para dar alto rendimiento hay que machacar el cuerpo, llevarlo al límite, y uno termina adquiriendo dolores crónicos que a veces se vuelven insoportables, y de pronto la gente no se da cuenta de eso… Ya estoy próximo a cumplir 38 y todavía me siento muy bien para seguir compitiendo al más alto nivel.

Real Cartagena es el décimo club profesional en la carrera de Ramírez.
¿Qué opina de la situación que estamos viviendo con el amaño de partidos, en la que muchos futbolistas están siendo seducidos por este tipo de prácticas corruptas que dañan la integridad del fútbol?

Lo veo como un peligro inminente para nuestra profesión, porque siento que el fútbol ha cambiado mucho su calidad a raíz de este tema de apuestas, que seguramente es una mafia muy poderosa que maneja muchísimo dinero. He escuchado y he tenido experiencia en los equipos donde he estado, que han tenido compañeros salpicados con esta situación. Es un tema muy complejo, que si se entra ya no vas a tener salida. Porque si aceptas la primera vez, ya vas a tener que seguir accediendo a lo que ellos quieran. Lo que a veces parece insignificante, como una amarilla o un tiro libre, después se complica, porque seguramente te van a pedir que hagas un penal, que te hagas expulsar.

Nosotros los futbolistas no tenemos la necesidad de acceder a eso, por un tema de valores. Ni siquiera es por lo que ganemos o no ganemos, sino por sentido de pertenencia, por valores. No puedes traicionar a una institución que confió en ti, que te está dando la posibilidad de trabajar, de sostener a tu familia.

La cosa la podemos frenar nosotros mismos, porque al final somos los que abrimos esa puerta. Afortunadamente, siempre he sido una persona muy recta, muy correcta, y siempre he pensado: que me saquen de un equipo por malo o por lo que quieran, pero no por ser una mala persona, y mucho menos por ser una persona tramposa.

¿Se siente realizado con lo que ha logrado en el fútbol?

Uno siempre quiere más, siempre quiere tener más títulos, ganar más dinero. Pero siempre me he caracterizado por valorar lo que Dios me ha dado. He sido muy agradecido, entonces la verdad me siento realizado con lo que he hecho hasta hoy, con lo que Dios me ha regalado, y espero seguirlo siendo, no solo por el fútbol, sino fuera de él.

¿Qué mensaje les daría a los futbolistas en Colombia?

Que aprovechemos este gran rol que tenemos para dejar buenos mensajes a la sociedad, para transmitir ese ejemplo a los niños que apenas inician un camino. Que seamos dignos de nuestra profesión, que cambiemos ese estigma en el cual la gente dice que los futbolistas somos ignorantes, que somos brutos, que no sabemos hablar, que no tenemos nada en la cabeza.
Porque yo pienso que nosotros, aparte de ser personas comunes y corrientes, seres humanos comunes y corrientes, somos más inteligentes que muchas personas porque somos capaces de hacer muchas cosas al tiempo y de tomar decisiones en milésimas de segundo con las pulsaciones altísimas. Entonces no creo que seamos tan brutos como muchas personas nos catalogan, porque si pones a alguna persona común a hacer lo que nosotros hacemos, seguramente no va a ser capaz.